
Tranquilidad absoluta. Todo está calmado, el bebe duerme en
los brazos de su madre. Ella le acuna con cuidado, observando cómo respira
lentamente. Él es toda su vida, lo que más ama, lo que más la importa.
Le deja en la cuna y le arropa. El pequeño se acurruca entre
las sabanas y se deja mecer por el extraño sopor de la noche.
La madre mira a su niño de nuevo, es hora de que descanse.
Cierra tras de sí la puerta y recorre el pasillo en silencio.
El bebe agarra con ansia su almohada, ¿qué es lo que sueña?
Las cortinas se mueven con delicadeza, impulsadas por el
viento. Es una noche de luna llena, pero no hay estrellas, ningún lucero en el
firmamento. Es una noche extraña, de esas en la que la oscuridad visita el
mundo mortal...
Dos sombras recorren velozmente la habitación, saltando de
pared en pared, agarrándose a las esquinas, esquivando la luz. Las siluetas
finalmente se detienen en la estantería. Ambas se aferran a la madera y estiran
el cuello hacia el infante.
La de mayor tamaño abre los ojos. Son de un tono
amarillento, con enormes pupilas rojas. La más pequeña permanece tras un osito
de peluche. Tiene los ojos azules, pequeños y claros, casi humanos.
-¿No te parece hermoso?
-Es un humano en miniatura, resulta repulsivo.
-A mi me parece curioso, ¿puedo tocarlo?-La pequeña sombra
alarga sus dedos, pero la mayor la detiene, agarrándola de la muñeca.-No es
justo...
La pequeña sombra se aferra al peluche, tratando de
esconderse tras él.
-La luna me dijo que ella tuvo uno hace mucho tiempo, y que sigue
en lo alto del cielo.
-No deberías hablar con ella, es una mala influencia.
El niño se vuelve hacia la ventana. Continúa dormido,
colgado de los brazos de Morfeo. Las sombras le miran con sus enormes ojos, el
cuerpo del niño les fascina. Tan firme, tan duro, tan...mortal.
-Ya es medianoche, ha llegado nuestro turno.
-¿Por qué tenemos que hacerlo? A la luna no le parece
correcto...
La sombra de ojos amarillos suspira y entorna sus enormes
pupilas.
Salta hasta el extremo opuesto de la habitación y se agarra
a la cuna del infante. La sombra de ojos azules le sigue, apoyándose entre los
barrotes.
-Es tan delicado, no puedo hacerlo...
-Es nuestro deber, nuestro cometido. Tenemos que obedecer a
nuestro señor, él sabe lo que está bien.-La de mayor tamaño la agarra su brazo
incorpóreo y ambas se elevan lentamente.-Es el momento.
Señor de las sombras
Gran Dios de los
muertos
Nosotros, almas en
pena
Por nuestros crímenes
vagamos
Te ofrecemos hoy, en
la noche de tu santo
Un regalo, un
presente
Un alma humana
Alma inocente,
cándida y buena
El niño despierta y observa con curiosidad el espectáculo
que se realiza frente a él. Las dos sombras se han unido en un baile macabro,
inundando las paredes de siniestras figuras, grotescas y malvadas.
Pero él no llora, alza los brazos queriendo atraparlas, no
sabe que su destino está marcado, marcado con la sombra del diablo...
Ahora te entregamos
el alma del niño
Sin dudas, sin premio
Para que sacies tu
ansia, tu hambre
Destino marcado
Destino de Sombra
El bucle oscuro comienza a elevar lentamente a bebe, que ríe
sin saber porque. Las sombras juntan de nuevo sus manos y una intensa llama azul
ilumina la estancia.
Ahora está de nuevo todo tranquilo.
La madre abre la puerta despacio para no despertar a su
niño, pero las sabanas están revueltas y la cuna caída. Está vacía...
Sin gritos, sin lloros, tan solo silencio.
Desparecen sin dejar rastro alguno. Tan solo queda una madre
desesperada gritando por su bebe.